Alguien dijo una vez “el que esté libre de pecado que tire la primera piedra”. Esta no es una lista religiosa para apuntar con el dedo a diestra y siniestra, pues la verdad es que muchos de estos “pecadillos” están presentes en todos nosotros y pueden generar serios problemas en los equipos u organizaciones que estamos liderando. Por eso, es importante identificarlos para cuidar de nosotros mismos, desarrollar dominio propio, crecer y convertirnos en el líder sabio y exitoso que siempre hemos querido ser. No solo por el bien nuestro, sino también por el bien y éxito de todos nuestros colaboradores y organización. Sin más que agregar, aquí te dejamos los 7 pecados capitales que todo buen líder debe evitar a toda costa.
Ser capaz de reconocer tus errores es parte de estar en pleno conocimiento de tus fortalezas y debilidades, entender tu capacidad de trabajar bajo presión, habilidades, carácter, experticia, puede ser peligroso andar a tientas, intentando “atajar todos los goles” si no sabes con qué herramientas cuentas. Sería como meterse en una cueva oscura sin revisar el equipamiento. Esto te ayudará a asumir tu responsabilidad cuando sea necesario, procurar cuidar de ti mismo trabajando tus falencias, actuar conforme a tus fortalezas y ser auténtico en todo momento, lo que nos lleva al siguiente “pecadillo”.
¿Un líder se hace o se nace? Todo líder debe ser experto y dominar su área con experiencia y conocimiento, o al menos eso es lo que se espera, sin embargo, muchas veces no es tan así y llegamos al liderazgo porque alguien reconoció ciertos talentos en nosotros y nos lanzó “a los leones”. Esto último no es malo, hay grandes líderes en la historia que partieron de cero, la clave está en no creerse el cuento de saberlo todo y olvidarse de aprender. Procura tu crecimiento constante, fortalece tus debilidades, lee, escucha, perfecciona tus talentos, aumenta tu conocimiento y mantente a la vanguardia de las últimas tendencias. De esta forma, estarás mejor preparado para enfrentar las inclemencias del tiempo y podrás tomar mejores decisiones que apoyen e inspiren a tu equipo.
El equipo está teniendo una conversación dinámica en la sala de reuniones, entra una persona, el clima cambia y se vuelve incómodo. Cuando a un líder le falta integridad, ética o entereza moral en su actuar, esta es la sensación que puede generar en su equipo. Ser irrespetuoso, incoherente, contradecirse en sus opiniones solo para tener la razón, o peor aún, evadir las políticas internas que tú mismo impusiste. La falta de integridad en el liderazgo deteriora la calidad de las relaciones, desacredita tu autoridad y reduce el impacto e influencia de tus iniciativas. Es importante guardar la integridad en todo sentido, si es una debilidad habrá que trabajarla. Un líder íntegro es inspirador, motivador, es respetado y sus iniciativas tienen mayor impacto con influencia de 360 grados en su entorno.
Cuando no llevas la camiseta puesta, el equipo no sabrá que eres el capitán. Un buen líder no solo compromete su mente y cuerpo, sino también su corazón. Y no estamos hablando de un cliché romántico, sino de una característica fundamental. En palabras simples, si un líder no se ve, se escucha y se siente comprometido en su actuar, ¿cómo se puede esperar que los colaboradores se comprometan? Por más que intente disimular, un líder con falta de pasión y entrega por su rol y equipo, se nota, los colaboradores lo notan, no solo pierde impulso y energía en su liderazgo sino que también puede traspasar esa falta de motivación a su equipo.
Como dice un conocido dicho: “sin visión no hay dirección”, es como ir en alta mar a la deriva. La falta de estrategia hizo que muchas batallas se perdieran, incluso con los mejores soldados. No es necesario ahondar mucho en este punto para demostrarlo. Un líder debe tener una visión estratégica, ser analítico y capaz dirigir las decisiones y el rumbo del equipo. Esto, no solo guiará tus decisiones conforme a un plan estratégico, sino que, ante eventualidades inesperadas, te permitirá mantener la calma y tomar acciones acertadas para redireccionar o corregir el rumbo.
Esto es simplemente fatal, un líder con falta de comunicación deja a su equipo a la deriva. Una comunicación constante y efectiva es fundamental para delegar, dar dirección y apoyo a tu equipo conforme a la estrategia diseñada para alcanzar los objetivos y metas. Así mismo, mantener buenos canales de comunicación con el equipo permite escuchar sus observaciones que te serán útiles para planear la dirección y mantener una retroalimentación constante de sus errores y aciertos. En otras palabras, una comunicación efectiva y retroalimentación constante, proporciona las condiciones ideales para tu crecimiento y el de tus colaboradores.
Recuerda, no eres el centro del universo, no todo gira a tu alrededor. Los colaboradores son personas con sentimientos, emociones, metas y necesidades de crecimiento. La mayoría de tus colaboradores están pensando en su desarrollo personal y profesional, hacer carrera, establecerse en un lugar para entregar todo su potencial. Procura desarrollar una cultura de aprendizaje y retener los talentos. Ser empático y mostrarse preocupado de sus necesidades es un total acierto o Win-Win, ya que, de esta forma, crecen tus colaboradores, creces tú y crece tu organización.
Si tienes dificultades en alguno de estos “pecados”, vas por buen camino, la puerta de la “redención” está siempre abierta. De hecho, reconocer tus debilidades y errores es el primer paso, ahora sigue avanzando, busca tu crecimiento en esas áreas que te cuestan o has descuidado durante un tiempo. Recuerda que un buen líder se construye progresivamente. Busca apoyo en otros líderes de confianza, recibe consejos de expertos en la materia, aprende de la experiencia de los mayores (aciertos y errores), instrúyete en las nuevas tendencias en liderazgo y sistemas de trabajo, recibe lo bueno y desecha lo malo.
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